EL OTRO FUEGO EN CORRIENTES


En primera persona

EL OTRO FUEGO EN CORRIENTES

Por Farm. Germán Daniele

Secretario de COFA

Presidente CFC

 

Estimados colegas. Hasta que el fuego no consumió cerca del diez por ciento del territorio correntino, los incendios en la provincia de Corrientes no fueron noticia de primera plana, por tal motivo, excepto las excepciones que confirman la regla, la gente nunca se detuvo a informarse y siguió de largo con sus cuestiones domésticas y nadie imaginó ni tuvo en cuenta que el infierno estaba tan próximo.

Los incendios en Corrientes comenzaron lentamente el año pasado, pero cuando la devastación llegó al diez por ciento de aquella provincia  la gente y los medios de prensa recién miraron para aquel lado.  No estoy juzgando una conducta, estoy  resumiendo lo que ahora todos sabemos.

Esta suerte de manifiesta indolencia pública, no sólo es una conducta típica de nosotros los argentinos, en otros países también es lo mismo. Si un hecho no sucede en el centro de atención de una sociedad y no es tratado por los grandes medios de comunicación, ese hecho no ocurrió. Algo de esto sucede con muchas obras diarias que realizan muchas personas anónimas o de perfil bajo,  se pierden en el anonimato porque la gente tiene ojos sólo para su celular o para lo que tenga formato de show, como confirmando, sin darse cuenta, que al final la vida es una gran obra de teatro.

Los farmacéuticos argentinos, como profesionales de la salud que somos, desde siempre  - y con mayor razón cuando  comenzó la pandemia por el Covid 19 -  estamos en la primera línea de fuego resistiendo los embates de este maldito virus, y, como es sabido, muchos colegas hasta entregaron la vida en cumplimiento de su obligación sanitaria. En estos incendios de Corrientes, además de permanecer en esa primera línea de fuego, como otras tantas veces pusimos de manifiesto el sentido de participación, pertenencia,  y permanencia en la comunidad a la que pertenecemos y con la que convivimos desde que a los farmacéuticos no llamaban boticarios. Entre todos los farmacéuticos juntamos un dinero, lo enviamos al Colegio de Corrientes, y con ese dinero los colegas correntinos compraron insumos para los bomberos. Esos insumos fueron entregados y distribuidos y de alguna manera también se convirtieron en una especie de medicamento para aliviar la tarea de los servidores públicos.

En realidad, lo nuestro nunca fue una obligación sanitaria sino una profunda vocación. Sólo el poder que conlleva una vocación es capaz de sostener a un profesional de la salud en el frente de la batalla aún sabiendo, perfectamente, las posibles consecuencias. Esa fuerza de la convicción, ese poder de la vocación, fue y es la otra llama interna que demostraron tener los colegas correntinos ante esta tragedia de los incendios.

Ningún colega de Corrientes dio un paso atrás. Nosotros, el resto de los farmacéuticos, nos sentimos orgullosos de ellos. Y aunque parezca un hecho menor o rutinario, entregarle en manos a un paciente el medicamento adecuado no es acto mínimo ni rutinario, para poder hacerlo los farmacéuticos estudiamos en la universidad una carrera exigente que nos convierte en expertos en medicamentos. Eso sí, nunca saldremos en la primera plana de los diarios por dispensar el alivio o la cura a una dolencia o por contribuir con los bomberos o cualquier otro servidor público, pero no tiene mayor importancia. La vocación es más fuerte. La responsabilidad profesional es nuestro mandato. No importa si dispensamos un medicamento en medio de una pandemia o de un voraz incendio. Es lo que elegimos ser. Por eso aun después de que se apague en Corrientes el último foco de incendio, la llama de nuestra vocación farmacéutica nos seguirá encendiendo.

Hasta la próxima.

Germán.